- ¿Es usted la bloguera que me llamó para concertar una cita?
- La misma.
- De acuerdo, pase y siéntese.
- Gracias, doctor. Qué consulta más agradable tiene.
- Dejémonos de cortesías y vamos al grano. ¿Qué síntomas tiene?
- Veamos... no puedo bloguear.
- Vaya, vaya... así que no puede... Seamos francos: ¿no puede o no quiere?
- Quiero, doctor, quiero, pero las circunstancias de la vida me lo imposibilitan.
- ¿Qué circunstancias?
- Pues... para empezar, no tengo línea de teléfono en casa.
- Vaya por Dios... eso es grave. Pero quizás pueda usted encontrar una vía alternativa... un ciber o algo parecido.
- Verá: el único ciber que hay cerca de mi casa es un locutorio diminuto donde no se puede postear.
- ¿Por?
- Primero: es muy pequeño; segundo: hay mucha gente siempre entrando, saliendo y gritando; tercero: los teclados son una porquería, están duros como piedras, y no es que yo sea una fetichista de los teclados, pero con esos, francamente, no se puede.
- Pues estamos buenos.
- Eso opino yo. Además, mi gatita está enferma, mi chico está lejos, tengo que fregar platos y, en general, estoy dentro de la pequeña crisis del comienzo de curso: adaptación y etc.
- Entonces...
- ¿Me dará la baja?
- Bueno, es un caso un poco especial, quizás pueda hacerlo... pero no por mucho tiempo. Le firmaré una baja del territorio bloguero durante unos días, pero no más. En cuanto sus circunstancias cambien, debe usted retomar su labor. De lo contrario, perderá sus privilegios y dejará de percibir sus remuneraciones.
- ¿Qué remuneraciones, doctor, si a mí por esto no me dan un duro?
- Remuneraciones simbólicas, hija... comentarios, respeto ajeno, links...
- Bah, tampoco pierdo mucho, entonces.
- Usted sabrá. Yo con firmarle el papelito, cumplo.
- De acuerdo, doctor, muchas gracias.
- De nada, guapa, a mandar.
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Wednesday, October 04, 2006
Friday, September 22, 2006
Benvinguda
Bueno, hagamos balance. Ha llegado el momento de la evaluación. Lo bueno, lo malo, lo regular. Dos días después de haber vuelto de Barcelona me parece que no haya estado nunca allí.
Lo mejor.
Que las cosas no cambien cuando te vas o, al menos, no tanto como para dar miedo. La Vila sigue razonablemente igual, las voces que anuncian las paradas del metro son idénticas, ni siquiera el horario de primero de Periodismo ha cambiado demasiado.
Pensé que sólo volvería a Barcelona con alguien que me quisiera para acompañarme. Pensaba que sería una especie de Gran Trauma, una nueva constatación de Mi Debilidad y Mis Miedos. Sin embargo, mientras compro un botellín de agua en la Plaça Civica de la Autónoma y me dispongo a coger el ferrocarril de vuelta a la ciudad, me digo que no es para tanto. Estabas lejos, Marina. Lejos y sola. Aguantaste bien, lo hiciste muy bien. Te volviste porque no era tu sitio, porque a ti no te gusta esto, con tanto metro, tantos Starbucks y tanto catalán dando por saco con la normalización lingüística. Porque a ti te gusta tu ciudad pequeñita con sus tapas, sus guiris, su Albayzín y su castellano andaluz y monolingüe.
Y Mariana, que sigue igual, y que es como una gran bocanada de algo muy fresco y muy limpio. Que mereció ella solita todo el tiempo que viví en la Vila.
Rocío, y Joana, y Jose, y pasear por el Raval comprando a deshoras en las tiendas de los pakis. Porque esa es una Barcelona nueva. Yo pensé que haría una especie de viaje conmemorativo, que visitaría los lugares a los que iba cuando vivía allí. Sin embargo, la vida sigue, y esta visita a Barcelona no ha sido sólo el recuerdo, sino la continuación. He estado allí y he construido nuevas vistas, nuevos recorridos. He seguido adelante. Y mi historia con la ciudad no se para donde la dejé, en la confusión, en el miedo, en la derrota. Mi historia sigue en la Barcelona de las bicis, los locutorios y los pisos de estudiante, en la Barcelona del viajero, en esa confortable certeza de que estás aquí pero puedes irte cuando quieras, y también volver cuando quieras.
Lo peor.
No hay peor. A veces quiero construir una vida que tenga significado en sí misma, comienzo y fin como los capítulo de una buena novela. Que cierre sus círculos, que acabe sus tramas, que tenga cosas buenas y malas que se compensen las unas a las otras. Luego descubro que a veces no hay peor, que a veces no hay final. Que no voy a decir que todo lo que pasó allí está ya resuelto, superado, archivado. Tampoco que no lo está. Tampoco que piense volver una vez cada equis tiempo para mantener una relación con la ciudad, seguir descubriéndola y blablabla. Simplemente: lo que pasó, pasó. La cuestión no es cuándo vaya a volver: la cuestión es que ahora sé que puedo hacerlo siempre que quiera.
Lo mejor.
Que las cosas no cambien cuando te vas o, al menos, no tanto como para dar miedo. La Vila sigue razonablemente igual, las voces que anuncian las paradas del metro son idénticas, ni siquiera el horario de primero de Periodismo ha cambiado demasiado.
Pensé que sólo volvería a Barcelona con alguien que me quisiera para acompañarme. Pensaba que sería una especie de Gran Trauma, una nueva constatación de Mi Debilidad y Mis Miedos. Sin embargo, mientras compro un botellín de agua en la Plaça Civica de la Autónoma y me dispongo a coger el ferrocarril de vuelta a la ciudad, me digo que no es para tanto. Estabas lejos, Marina. Lejos y sola. Aguantaste bien, lo hiciste muy bien. Te volviste porque no era tu sitio, porque a ti no te gusta esto, con tanto metro, tantos Starbucks y tanto catalán dando por saco con la normalización lingüística. Porque a ti te gusta tu ciudad pequeñita con sus tapas, sus guiris, su Albayzín y su castellano andaluz y monolingüe.
Y Mariana, que sigue igual, y que es como una gran bocanada de algo muy fresco y muy limpio. Que mereció ella solita todo el tiempo que viví en la Vila.
Rocío, y Joana, y Jose, y pasear por el Raval comprando a deshoras en las tiendas de los pakis. Porque esa es una Barcelona nueva. Yo pensé que haría una especie de viaje conmemorativo, que visitaría los lugares a los que iba cuando vivía allí. Sin embargo, la vida sigue, y esta visita a Barcelona no ha sido sólo el recuerdo, sino la continuación. He estado allí y he construido nuevas vistas, nuevos recorridos. He seguido adelante. Y mi historia con la ciudad no se para donde la dejé, en la confusión, en el miedo, en la derrota. Mi historia sigue en la Barcelona de las bicis, los locutorios y los pisos de estudiante, en la Barcelona del viajero, en esa confortable certeza de que estás aquí pero puedes irte cuando quieras, y también volver cuando quieras.
Lo peor.
No hay peor. A veces quiero construir una vida que tenga significado en sí misma, comienzo y fin como los capítulo de una buena novela. Que cierre sus círculos, que acabe sus tramas, que tenga cosas buenas y malas que se compensen las unas a las otras. Luego descubro que a veces no hay peor, que a veces no hay final. Que no voy a decir que todo lo que pasó allí está ya resuelto, superado, archivado. Tampoco que no lo está. Tampoco que piense volver una vez cada equis tiempo para mantener una relación con la ciudad, seguir descubriéndola y blablabla. Simplemente: lo que pasó, pasó. La cuestión no es cuándo vaya a volver: la cuestión es que ahora sé que puedo hacerlo siempre que quiera.
Thursday, July 27, 2006
Trapos sucios
Una de las cosas que te hace darte cuenta de que la vida, de hecho, pasa, es que cada cierto tiempo miras atrás y te avergüenzas un poco de lo que hacías o decías en el pasado. Esto pasa con mucha frecuencia cuando tienes, digamos, trece, catorce o quince años, y cada año te crees que has llegado definitivamente a la adultez y que el año anterior eras una cría vergonzosa. Yo pensaba que uno de los síntomas de estar, por fin, madurando, sería que dejaría de avergonzarme constantemente de las cosas que hago o digo. Sin embargo, he encontrado una lista de diez cosas que, a día de hoy, YA me avergüenzan. En un alarde de desmitificación de esa criatura sensible e ilustrada que creéis que soy, voy a escribirla a continuación.
1. La melodía de mi móvil es Shakira cantando Hips don’t lie. Además, me he pasado un día entero meditando si bajarme el tono en real o en polifónico.
2. En algún rincón de mi mente, quiero ser como Shakira.
3. En algún otro rincón de mi mente, quiero ser Jennifer Aniston (obsérvese la ausencia del cómo en esta frase).
4. Mi móvil tiene una foto de mi gata como fondo de pantalla. En las dos pantallas.
5. He pasado grandes momentos en compañía de novoyadecirquién (no se trata de ir avergonzando también a mis allegados) viendo Menuda noche y riéndome de los niños (insisto: niños) que salen.
6. Creo que las películas que más veces he visto en mi vida son Sister Act 2 y Dirty Dancing. En otro rincón de mi mente, estoy convencida de que son obras maestras del séptimo arte.
7. Ayer fui a ver Cars y lloré. Mucho.
8. Duermo con mi oso. Es más, ahora que en mi habitación da toda la solana matutina y que la gata del vecino se mete subrepticiamente en mi cuarto por las noches, duermo con mi madre.
9. He estado enganchada a tres ediciones de operación triunfo. TRES.
10. Escribo en un foro sobre gatos. A diario.
(Y vale, sí, este tipo de post es una especie de versión bloguera de la programación de la tele en verano. No esperéis mucho más durante estos meses)
(También quería que os riérais un poco ;)
1. La melodía de mi móvil es Shakira cantando Hips don’t lie. Además, me he pasado un día entero meditando si bajarme el tono en real o en polifónico.
2. En algún rincón de mi mente, quiero ser como Shakira.
3. En algún otro rincón de mi mente, quiero ser Jennifer Aniston (obsérvese la ausencia del cómo en esta frase).
4. Mi móvil tiene una foto de mi gata como fondo de pantalla. En las dos pantallas.
5. He pasado grandes momentos en compañía de novoyadecirquién (no se trata de ir avergonzando también a mis allegados) viendo Menuda noche y riéndome de los niños (insisto: niños) que salen.
6. Creo que las películas que más veces he visto en mi vida son Sister Act 2 y Dirty Dancing. En otro rincón de mi mente, estoy convencida de que son obras maestras del séptimo arte.
7. Ayer fui a ver Cars y lloré. Mucho.
8. Duermo con mi oso. Es más, ahora que en mi habitación da toda la solana matutina y que la gata del vecino se mete subrepticiamente en mi cuarto por las noches, duermo con mi madre.
9. He estado enganchada a tres ediciones de operación triunfo. TRES.
10. Escribo en un foro sobre gatos. A diario.
(Y vale, sí, este tipo de post es una especie de versión bloguera de la programación de la tele en verano. No esperéis mucho más durante estos meses)
(También quería que os riérais un poco ;)
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