Sunday, September 24, 2006

Lo pequeño es hermoso

Me levanto por la mañana y lo primero que veo es mi poster de “El Beso” de Klimt colocado en la puerta de mi habitación. Mientras me visto, mis ojos se posan en el capítulo siete de Rayuela, que he copiado en rotulador violeta y pegado junto al cabecero de la cama. “Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca…”. Dudo que se haya escrito jamás algo tan hermoso.
Me miro en el espejo y pienso que quizás me corte el pelo estilo Amelie, porque la verdad, desde que vi esa película me siento muy identificada con ella. Ese buscar la magia en lo cotidiano, esa capacidad de hacer felices a los demás con las pequeñas cosas… definitivamente sí; esa soy yo. De hecho, creí que era la única a la que le encantaba tirar piedras al agua o meter la mano en las legumbres, pero no.
Antes de salir, cojo un puñado de caramelos de fresa y los meto en la cartera. ¡Soy tan adorablemente ingenua! Mientras camino hacia la parada del autobús, pienso en cuánto me gustaría ser como Alicia en el País de las Maravillas y pasar el día de hoy al otro lado del espejo, donde seguro que no hay humo de coches, ni ruido de claxon, ni profesores coñazo. Me echo un cigarro esperando el bus y mirando las antenas de la televisión suspendidas sobre los edificios. Estos pequeños detalles son los que la mayoría de la gente pasa por alto, y sin embargo son los que realmente conforman la vida.
Durante la clase me siento aturdida. Todo tiene tan poco sentido. Soy tan insignificante. No soy mujer ni soy niña, no estoy viva ni muerta, no soy ni de aquí ni de allá. Pero qué vacío existencial tan grande tengo a veces.
Desayuno en la cafetería un café solo mientras fumo y ojeo “El principito”, que siempre llevo en mi mochila. Me encanta el capítulo del zorro. De hecho, siempre pienso en X cuando lo leo. Nosotros somos como el principito y el zorro: no nos enamoramos, sino que nos domesticamos. Ay, X… ¿por qué nuestro amor es imposible? ¿por qué, si tú y yo somos piel, y azúcar, y tu lengua horada la mía en profundidades místicas? Termino mi café y me acerco suspirando a la biblioteca.
Paseo por entre los libros y acaricio reverencialmente a Cortázar, a Camus, a Neruda. Sólo entre libros me siento completamente yo. Me fascina la idea de que haya historias quietas entre sus páginas que vuelven a la vida cuando nosotros las abrimos. De hecho, desde que leí “El Mundo de Sofía” a veces pienso si no seré yo un personaje que ha ideado alguien de una realidad alternativa.
Me acerco a uno de los ordenadores y aprovecho para dar un repaso a mis blogs favoritos. A ver qué se cuece por “Chica con falda roja” (uy, se me olvidaba que lo cerró hace unos meses). Bueno, pues veamos qué se cuenta Aracne. Leo a Golfo y le dejo un comentario. Me siento tan identificada con él, con sus miradas sobre la ciudad, con sus tejados… Un día de estos le agregaré al messenger, a ver si además es guapo.
Vuelvo a casa con la sola mención de un pequeño incidente: se me han enganchado los cascabeles de la falda en la puerta del autobús y casi arranca llevándome a mí detrás. Almuerzo mientras leo “La insoportable levedad del ser” y luego me echo una siestecita cubierta con mi manta de cuadros. Ah, la melancolía de las tardes de otoño. Ah, las hojas secas. (Nota mental: otoño, posible idea para un poema).
Por la noche, después de un largo día de emociones y sucesos, me siento un rato frente al ordenador. De repente he tenido una terrible intuición. No puede ser. Teceo blogger.com no exenta de pánico. Mientras inserto mi nombre de usuario y la contraseña, me doy cuenta de que no tengo escapatoria. Por fin veo el escritorio y se confirman mis peores temores.
¡Oh, no!
¡¡SOY UNA BLOGUERAAA!!

6 comments:

Golfo said...

Yo también
y yo
y tengo uno igual
y a mi tambien...
estoooooo

...¿Y Medem?

¿donde te dejas a Medem?
Quizá no te compraste aquel fascículo (¿he escrito "culo"?).
Tanto rollo para olvidarte de Medem, por dios...
(si, si, he escrito "culo").

Por cierto, me has robado el título de un post delicioso que tenía en la recámara.

Blegsos.

Mandarina said...

xDD Médem vendrá en el capítulo dos, que se titulará "La belleza de lo cotidiano".
Por cierto, puedes usar el título cuando quieras :D
Ya te vale, ni una palabra de agradecimiento a mis elogiosas palabras sobre tu persona y a la publicidad gratuita que te hago...
Besitos.

Aldery said...

... se te va o.o (lo de "soy una bloguera" hay que decirlo en plan "soy una rumberaaaaa" XDDDD).

¿Estás ya en Granada? :___

Blackberry said...

Yo también tengo "El beso" de Klimt :)
Pero mujer, tal como cuentas lo tuyo con X, no parece un proceso de "domesticación"... no recuerdo yo tanta sensualidad en "El Principito"...

Anonymous said...

Buenas,

lo de soy una bloguera no lo cantaba Maria Isabel en EuroJunior.

Chica, ¿qué quieres que te diga? Nos parecemos en mucho, y posiblemente en nada. Tenemos un cuadro de Klimt, me fascinan las cosas pequeñas (los que más, las diminutas plantas que crecen en paredes y sitios imposibles, y pensar en la microvida que hay ahí, a dos metros del bullicio, pasando de nosotros), me alucinan los tejados y ver las ventanas de las casas. Ahí están, inertes pero llenas de vida, con una historia que contar, la que trascurre detrás de esos cristales (se me eriza el vello sólo de pensarlo). También suelo llevar caramelos y me gusta mucho compartirlos. Por cierto, no te pega nada fumar ;-)

La frase “Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca…” me gusta y me ha recordado una cosa que me pasa con mi pequeño "Beso sus párpados, el sonrie y duerme profundamente" No se si será tan bonita, pero se me cae una lagrima cada vez que se duerme mientras le doy besitos en los párpados (y otra al recordarlo).

Un besazo.

Anonymous said...

cuanto tiempo Marinita... me encanto el post, xo hoy solo soy capaz de decir: yo también tengo un X, y aunque a veces pienso q es fantastico (x el misterio, lo especial y el recuerdo), la mayoria del tiempo no puedo evitar pensar q es una mierda vivir siempre en lo imposible de la X...
muchos besos, Leti