- ¿Qué te parece? - me dijo él, ilusionado, después de bajar del coche y caminar un rato por las calles del pueblo.
- Maravilloso - contesté yo, entrelazando entusiasmada mi mano con la suya -. No podrías haber encontrado un sitio mejor.
- Sí, ¿verdad? - sonrió y me arrastró un poco más allá, en dirección a la plaza -. Fíjate en estas calles. En estas casas.
Realmente, era difícil encontrar un lugar así. Debía de haberle costado horas de husmear en internet, de preguntar a sus amigos de la asociación de viajeros, de mirar fotografías.
Aquel lugar era absoluta, rematada, indiscutiblemente soso. No había un ápice de atractivo en sus calles o en sus casas. La forma de construcción era monótona, el enlosetado de lo más vulgar, ni una sola de las especies de plantas que adornaban los balcones habría llamado la atención.
- La iglesia es de construcción reciente, pero no moderna - apuntó él -. Estaba muy vieja y la reconstruyeron, pero no hay nada destacable en su arquitectura: lo suficientemente moderna como para no tener interés histórico, pero no tanto como para ser vanguardista.
- Vaya - estaba realmente admirada -. ¿Y la gastronomía?
- Nada del otro mundo - afirmó él -. El clima no es bueno para los embutidos, la contaminación y la pesca han esquilmado el río y la calidad del suelo no da buenos productos de huerta. Cualquier cosa de aquí la podrías comer en la ciudad.
- Te quiero - no pude evitar decirle mientras le plantaba un beso en plena cara y volvíamos al coche para coger nuestras maletas.
Caminamos por aquellas calles en absoluto pintorescas, absorbiendo con todas nuestras fuerzas la total falta de interés turístico, la ausencia de cualquier cosa que pudiera hacer memorable nuestra visita. Sabíamos que teníamos que aprovechar. El turismo de soledad cada vez se estaba poniendo más de moda.
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6 comments:
Un lugar donde nadie pueda encontrarte... ni siquiera el lugar mismo, con las redes de un encanto arrollador.
Un lugar donde solo quedan el uno y el otro, y los demás pero eso qué importa, y el tiempo y el calor quizá, que de ese no se escapa ni el cobra...
y el cielo despejado, ya puestos, por pedir, no es mucho... la via láctea y un ratillo de grillos, antes de irse a dormir, si el calor nos deja.
Si quieres turismo de soledad ve a mi pueblo, encaja al 100% con la descripción (yo no he hecho turismo de soledad sino que he tenido vida de soledad...).
no es cierto...yo conozco ese lugar...se llama concepcion del norte...keda en santa barbara...:Pjejeje...
un relato solitario y excelente
Saludos
La soledad es la que da la compañia
Me ha encantado tu relato :) da gusto leer cosas asi. Seguiré leyendote
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