Cada vez que me mudo me extraña de nuevo la sensación del deshaucio. Me refiero a la conciencia de que ya no puedes vivir en esa casa. Las habitaciones que antes habitaste, los pasillos que recorrías, las duchas en que te lavabas o el frigorífico donde guardabas la comida ya no son tuyos. Durante un tiempo no serán de nadie y luego pasarán a otros. Estás en la calle, tan cerca, separada por unos pocos metros de aire y paredes de hormigón, y lo que antes era tan cotidiano (llegar de la facultad, abrir la puerta, colgar el abrigo) ya no va a volver a suceder. No allí, al menos.
Escribo esto porque no puedo creerme que haya perdido el derecho a recorrer tus pasillos, a tumbarme en tus sillones, a lavarme en tus grifos. A habitar en ti. Porque, igual que todas las casas en las que he vivido, tú vas a estar tan cerca y, sin embargo, tan lejos...
Monday, August 14, 2006
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4 comments:
Cuando una relación se acaba, la sensación de deshaucio es aún más fuerte, el saber de la tierra baldía, e incluso, más doloroso por cierto y por lo miserable e innoble de nuestro sentimiento; el saber de los nuevos inquilinos y ser incapaces de alegrarse por ellos, ni por la casa, que después de todo está mucho mejor habitada, con calor de gente.
Me has recordado esa sensación T A N triste....
pero la casa no la hace solo el espacio, sino el uso, el paso, la vida que haces en ella, el modo en que se habita cada vez. Lo demás son solo formas en el espacio...
...o piel bien tendida sobre los huesos y los músculos y todas esas cosas cuyos recovecos se alojan realmente las almas.
yo también siento eso, aunque aún peor, porque lo mío no se reduce al espacio, sino que se xtiende a las personas, con las que aunque nos veamos y podamos convivir unos días juntos, no vamos a poder compartir los ratos aparentemente muertos que luego terminan siendo los inolvidables.
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