Tuesday, March 21, 2006

Plástico para la lluvia

Creo que hoy preferiría llevar uno de esos sombreros para la lluvia, esos impermeables y redondos. También me pondría una gabardina o, aún mejor, un impermeable de plástico rojo como el que tenía cuando iba al colegio. Y botas, no os olvidéis de las botas. Para una lluvia torrencial, como lo son la mayoría de las que inundan las ciudades del sur, sí abriría el paraguas, y procuraría caminar pegadita a la marquesina, pero para una lluvia como esta, que casi parece que la estén vaporizando con un aspersor, prefiero el gorrito y todo lo demás.
Paso por la salida de un colegio y me doy cuenta de que los niños de hoy (qué mal suena, me hago vieja) ya no llevan impermeables, y que asisten impertérritos a la lluvia con el mismo chaquetón de todos los días. Sobre todo, no llevan botas. Qué tristeza de infancia si a los niños les da vergüenza ponerse botas, si ya no son invencibles cuando quieren pisar los charcos. A lo mejor algún podólogo listillo ha dicho que los pies se recalientan bajo el plástico, o alguna Bratz resultona no considera que las botas de lluvia peguen con su minifalda vaquera.
Pues yo hoy me las pondría. Y el gorrito, y el impermeable. Y sería invulnerable al agua, al frío, a la humedad y a la tristeza. Y no pisaría ningún charco, porque en el fondo soy vergonzosa y estoy un poco resfriada pero, al menos, sabría que si quisiera podría hacerlo.

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