Sunday, September 11, 2005

La opinión de los lectores

1. Y todo eso que se refleja en tus posts…
… ese vivir tan romántico
… esa mirada tan detallista
… esa vitalidad

¿Tú vives así o es un recurso literario?
, me pregunta un desconocido por el messenger.
Yo vivo así, ya lo creo. Camino por la calle, como la tarde de la que os hablé hace un par de posts, y voy pensando en cómo voy a describir lo que siento, esa soledad extrañamente alegre. Me narro a mí misma como si fuera un personaje de novela, en tercera persona, con los pensamientos entrecomillados. Me paso los viajes en autobús seleccionando adjetivos para describir el paisaje, y me propongo aprender más vocabulario para poder llamar por su nombre a las piedras, a las nubes y a los matojos. Voy a un concierto y en lugar de bailar miro la expresión medio ida del bajista y los ojos como brasas del cantante, y no os creáis que no me da rabia no ser capaz de bailar, pero prefiero observarlo todo bien para poder recordar los detalles luego.
Entonces, pregunta él, ¿no te pierdes media vida? Me explica todo el rollo gestáltico del fondo y la figura, y de cómo lo que vivo y lo que siento, que deberían componer la figura, pasan a ser el fondo cuando me concentro en pensar cómo describirlo.
Pues sí, reflexiono, me pierdo media vida, claro que me la pierdo. Qué se le va a hacer. Escribir no hace feliz a nadie. Pero luego llego a mi casa, me siento frente al ordenador e intento recuperar esa media vida, como tirando de un hilito invisible que la traiga de nuevo hacia mis párpados, hacia mis venas. Y tal vez lo que siento cuando escribo no es exactamente esa conciencia que predican los budistas, esa presencia pura, sin que nos huya la mente como un gato escurridizo. Pero es mucho más mágico, diferente, visceral, múltiple. Como si todas las dimensiones de mi ser se estuvieran llenando a la vez. Así que me da igual perderme media vida si la otra media la puedo vivir de esta manera.

2. Escribes mucho más dulce desde que viniste de los Pirineos, me dice mi madre.

Yo le contesto que sí, que es cierto, que escribo más dulce. ¿Por qué? Me pregunto. Porque estoy harta de la ironía, de la autojustificación, del monólogo mentiroso que pretende ser un diálogo. Porque leí una frase de Maruja Torres que decía que un artículo nace, sobre todo, de una pasión, y desde entonces he resuelto que si no hay pasión, no posteo. Y las pasiones suelen ser dulces: como Ikerlynch, como Mariana, como la independencia, como mi Jose.
Y también escribo dulce porque he descubierto que sólo escribo para una persona, y es la Marina que, cuando tenía diez años, les dejaba cartas a los gnomos y a sus juguetes y nunca recibió respuesta. Mi escritura, Marinilla, son las cartas de los muñecos y de los habitantes del bosque. Sí que están vivos, ¿sabes?, y sí que existen.
Y a Marinita hay que tratarla con cariño.

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