Friday, May 26, 2006

Busco piso

Ayer llamamos a la casera y le dijimos que nos mudamos. Hoy caminaba por la calle fijándome en los carteles que cuelgan de las farolas y de las cabinas de teléfono y pensando “ya estamos otra vez. Me voy a mudar de nuevo, no me lo puedo creer. Otra vez a mirar pisos, a preguntar precios, a patear calles”.
Cuatro años, cuatro pisos. No me gusta mudarme, porque todo eso de hacer cajas, poner y quitar posters y recolocar libros me saca, como a cualquier persona normal, un poco de quicio. Sin embargo, tengo que reconocer que me encanta entrar en una casa nueva, ver lo bueno y lo malo que tiene, redistribuir mi espacio en una nueva habitación, acostumbrarme a las vistas.
De la Vila me gustaban las ventanas enormes que daban al valle, los zapateros de debajo de las camas, la cocina con barra americana. Del piso de plaza Einstein me encantaba llegar las noches de invierno, con los apuntes bajo el brazo, y encontrarme el saloncito con las velas encendidas, el olor a vainilla del quemador de Josy y el Camarón sonando a toda pastilla. De este piso me gusta, como sabréis, la terraza enorme, suspendida sobre Camino de Ronda, con las gruas rugiendo debajo como monstruos prehistóricos y la Vega como rumor de fondo de nuestras noches compartidas.
Cuando acabe la carrera y me siente al escritorio a calibrar en qué clase de persona me he convertido, creo que me encontraré una Marina a trocitos. Esos trocitos serán las personas que conocí, los libros que leí, los profesores con que me tropecé, y también, un poquito, los pisos que habité. Los desayunos en Bellaterra, cuando cruzaba las vías del tren para comprar el periódico y pedir en catalán una baguette recién hecha, y luego me sentaba frente al ventanal a leer el suplemento y tomar pà amb tomaquet y café. Las mañanas oscuras de Martínez de la Rosa, cuando escuchaba a través del patio la radio de mis vecinos, me levantaba a desayunar con Josy y aparecía Laura, desgreñada y somnolienta, mascullando un “joder con la alegría matutina”. Las noches calientes de mi terraza, escribiendo textos que comienzan con un “estoy aquí con el portátil sobre las rodillas”, y gruñendo como siempre porque, para variar, la cocina está llena de platos sucios.
Compartid piso. Hacedme caso. Vivid con mucha gente, mudaros mucho. Igual acabáis peleándoos con vuestra amiga de la infancia porque atasca el fregadero con sus pegotes de arroz. Probablemente acabéis detestando a Camarón o a Sabina porque vuestro compañero de piso lo tiene puesto de la mañana a la noche y le da exactamente igual que vosotros no seáis precisamente unos fans. Pero bueno. Aprenderéis de lo bueno y de lo malo que tenemos las personitas humanas, de las muchas maneras que tiene de configurarse una vida según la forma de las paredes, de lo fácil que es que te den la llave de un lugar y empezar a llamarlo “casa”. De la suerte que tienes por poder meter tu vida en unas pocas cajas y comenzar de nuevo en otro sitio.

11 comments:

Anonymous said...

(mudaos)

Anonymous said...

En cambio a mí, me encantaría poner dos cajas llenas en la puerta de casa, y mudarme a la aventura, y estoy tan, pero tan atrapada.......

Anonymous said...

¡Hola Marina! soy Pepe, el primo de Alfredo(Fuckosky),¿te acuerdas de mi? ya te dije que te iba a leer y dejar algún comentario y lo he cumplido :)Solo desearte suerte con la mudanza y que encuentres un buen sitio en el que fabriques nuevos y buenos recuerdos otro año más...
¡un saludo!

Anonymous said...

ke lindo, mudarse, formar nuevas memorias...hacerse amigo d un nuevo ambiente...suerte!

Anonymous said...

Estoy contigo Marina, compartir piso es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida, pero lo de mudarse cada dos por tres... Es cierto que cada vez reduces el número de "propiedades" ... pero no sé, desconcierta un poco, no?
Besos

Mandarina said...

Pepe, me alegro de verte por aquí, gracias por visitarme :) Ya pensaba que no vendrías :P
Vienmay... bueno, sí, la mudanza es un poco coñazo, pero si la haces poco a poco y organizadamente, tampoco es para tanto. Y bueno, desconcierta, pero hay que buscarle el lado positivo, no?
Besos y gracias a todos por comentar.

Anonymous said...

Cuatro años con dos amigos (ya los considero mis hermanos) y una gata. De los mejores años de mi vida.

¿Mudanzas? Pesadas pero emocionantes.

Un saludo.

Anonymous said...

mari ya me he apuntado al curso, yo odio mudarme, xo cuando se acerca la fecha tengo muchas de mudarme para que pase ese tiempo lo antes posible o algo asi.

besitoss

Ruth said...

Yo tengo "mixed feelings", como dicen aquí, sobre las mudanzas. Son mucho trabajo, pero te sirven para hacer una limpieza, tirar todas esas cosas que no necesitas y que no has echado de menos en años pero de las que te da pena deshacerte. Te das cuenta de que los recuerdos perduran aún cuando el objeto se ha ido.
Prueba a hacer una mudanza trasnoceánica. ¡Esa sí que me está dando pavor!

Pablo.- said...

Mis años niños fueron de mudanza por año,... viví siempre entre cajas. Eso no me ayudó a acostumbrarme. Es algo muy personal, como acostumbrarse a compartir las cosas con la gente. No se trata de hacerlo mucho para practicar, con eso sólo se consigue disimular bien. Se trata de actitud. Finalmente uno aprende a aferrarse con las uñas a un sitio y quedarse allí, no importa que en realidad sigan moviéndose los muebles y las cajas. Uno lleva ya siempre ese lugar, a partir de entonces. Caracol del reves, con su concha dentro, un punto fijo donde posar los ojos cuando todo gira tan rápido allí afuera.

-- said...

hola Marina... yo hace dos meses k pierdo virginidad pisil y en julio nuevo piso y gente xa el veranito y tal vez xa el curso... m gusta encontrar un sentir afín como el tuyo... tienes mi e-mail y si quieres podemos hablarnos y conocernos un poco. saludos y el que no se mueve no vive, el sedentarismo es sólo una forma más de "tumbarse", de hacerse tumbas.