Monday, May 22, 2006

Ausencia

Hoy me faltaba tu anillo. Casi nueve meses después de quitármelo definitivamente del anular, esta mañana, en mitad de una clase de psicobiología, he sentido su ausencia diminuta alrededor de mi dedo, como si me lo hubiera quitado ayer mismo y mi piel extrañara su presión. Qué cosas, ¿verdad?
¿Cómo se describe la ausencia? Durante un par de meses tuve una linea más blanca en la mano morena de finales de verano, pero luego se esfumó, y ahora no hay ninguna señal física que indique que ahí descansó, durante más de un año, un circulito de plata con dos nombres grabados dentro. “Qué horterada”, diréis algunos. “Te creía más bohemia, menos apegada a anillos y demás convenciones. Pensé que lo tuyo seria un rollito alternativo, en plan tú-y-yo-sabemos-que-nos-queremos-y-no-nos-hace-falta-más. Y mírate, con anillo y todo, como las yolis”. Pues ya véis.
Me levanté en Pamplona la mañana de mi cumpleaños, en una cama que no era ni tuya ni mía, pero que los dos compartíamos, y te dije “quiero un anillo”. Sabía que sólo lo llevaría yo, porque es verdad que a ti sí que no te van esas cosas, y no me imagino ningún tipo de adorno en tus largos dedos de hombre clásico, pero me daba igual. Tú, como siempre solícito y colaborador, me despertaste de la siesta con un anillo de plata que me quedaba grande incluso en el pulgar. “Pero yo lo que quiero es una alianza”, protesté (para variar), inconfundiblemente convencional, decididamente clásica. Fuimos juntos a la joyería y encargamos una tan pequeña que la tuvieron que pedir, porque en la tienda no había. Como yo me iba camino del sur un par de días más tarde, me la mandaste por correo, en su cajita, envuelta en papel de burbujas. Durante un año y pico, mi bohemiez y yo lucimos orgullosas aquella especie de candado simbólico. ¿Para qué? Como prueba. ¿Cómo prueba de qué? Tú y yo lo sabemos, que tampoco vamos a contarlo aquí todo.
Mientras escuchaba distraída a la profesora de psicobiología, me he preguntado por qué mis neuronas han decidido precisamente hoy acordarse de la alianza. En el pulgar de la otra mano, un corte desafortunado mientras picaba cebolla me trastocó permanentemente la sensibilidad de la yema, y la siento siempre como si estuviera un poco irritada. Supongo que tú, de alguna forma, me cortocircuitaste muchas neuronas durante el tiempo que pasamos juntos, y no me extrañaría que algunas de ellas acabaran precisamente en mi anular.
Moraleja:
Incluso en estos tiempos
Veloces como un cadillac sin frenos
Todos los días tienen un minuto
En que cierro los ojos y disfruto
Echándote de menos.

Sabina dixit.

13 comments:

Anonymous said...

Nunca he usado anillo... pero hace meses que lo echo en falta.

Besos

Anonymous said...

Si, esos vacíos son horribles, y duran muchísimo tiempo puestos.

0nironauta said...

Saludos ahora que te imagino y que no intento imaginarte.

No te preocupes por tu apariencia bohemia, porque no queda ninguno vivo para criticarte llevar lo que te de la gana. Otra cosa sería que te diese alergia en la piel.

Y, otra cosa, ¿Tan aburridas son las clases de psicobiología?

Mandarina said...

Jajaj qué va, la psicobiología es de lo más bonito que hay en mi carrera. Simplemente, cuando te da por pensar en otra cosa, te da.

Anonymous said...

ke estudias marina?no creo haberlo leido por aki nunca...

Mandarina said...

Psicología, y a mucha honra :D Segundo, más concretamente. Hice medio año de periodismo en Barcelona, pero no me convenció el tema y lo dejé, y ahora estoy bastante contenta con mi carrera :D Gracias por el interés ;)

Anonymous said...

yo sí que soy clásica y no puedo evitar soltar un :ohhh!!!!que tienno...

Vincenzo Sastre said...

La ausencia es lo que tiene.

Se la conoce cuando se comienzan a perder las cosas que a priori, para los demás pocas veces son algo.

Y nunca le da la gana de hacerse el honor de predicar con el ejemplo.

Así que ella de per se, es siempre presencia.

Golfo said...

compruébese pués que echar de menos es un gran lujo.
Para que luego digán.

En mi tierra dicen que quien tuvo retuvo, que a veces es consuelo otras una especie de advertencia malafollá.

Lo de los anillos es la un enigma:
se dan, se piden, se niegan, se ganan, se pierden, creen perdidos, se encuentran en cualquier parte, de pronto están ahí...

"(para variar)" lo quitaría. parece una de esas cosas vacilonas que se dicen para interrumpir el relato y contener ese no se qué que qué se yo, no se vaya a irsenos de las manos.

El Peregryno said...

Cómo mires decidirá lo que ves. No existe lo covencional, ni tampoco lo original. Solo existe lo ke para ti tiene sentido, lo ke representa algo en tu vida. Si para los demás lo es también, genial.Me gustó eso de las neuronas que finalmente acabaron en tus yemas, muy buena frase.

Anonymous said...

cuando vas a volver a escribir marinita?!?!?!?!!?!

Srta. Experimental said...

¿Te habrás fijado?
Yo llevo un anilo... izquierda, corazón (a ratos, conduciendo, índice).
Un anillo, una chapa, medio chicle de regaliz, un olor... lo que queda: las pequeñas cosas.

-- said...

una pregunta... amas o te gusta Sabina?