Tuesday, December 20, 2005

Pasando página

Mañana me voy de vacaciones de navidad. Ya sabéis: llenar la maleta hasta que casi reviente, vaciar la nevera, cortar la luz y el agua. Luego mi casa, con mi madre preparándome zumos y mi hermano jugando a la play en su cuarto, los adornos de navidad, las siestas junto a la chimenea, los paseos por Málaga nocturna, iluminada, bellísima. Deambular junto a los puestecillos del parque, comprar regalos, hacer tiramisú para la cena de Nochebuena.
A lo tonto a lo tonto, ya ha pasado una etapa del año: la que va de octubre a diciembre, que es alegre y despreocupada porque aún no le ves las orejas al temible lobo que son los exámenes. Cuando vuelva a sentarme en esta mesa, tendré a febrero mirándome avieso desde la esquina del calendario. Ahora mismo no; ahora mismo, me creo que me sobra tiempo y me puedo dedicar a perderlo un poco.
Pienso en cómo han sido estos tres meses. Ha sido un tiempo de mucha juerga, demasiada; de saltarme clases, de ir a la cafetería, de dormir hasta tarde. También he tenido madrugones, desayunos a oscuras en la cocina, caminatas heladas desde mi casa a la parada del autobús. Me veo en el salón charlando con mis compañeras, en la cocina fregando platos con Ana, en mi cuarto dormitando bajo el nórdico las mañanas de domingo.
Sobre todo ha sido época de ti (oh, TÚ, protagonista de mis últimos posts, el Omnipresente, el Innombrable). De conocerte, de ilusionarme, de desilusionarme y volverme a ilusionar. Lo último ha sido la desilusión. Pero también ha habido caminatas de tu casa a la mía, bajo la lluvia, en la mañana, despeinada y con una media sonrisa en los labios. Y viajes en coche escuchando tu música y tu voz traduciéndome las canciones. Y sexo caliente y móvil, juguetón, insaciable. Y llamadas de teléfono, y mensajitos de móvil, y conversaciones de messenger. Y muchas palabras.
Ya todo eso pasó, y espero entusiasmada a que llegue el año nuevo. Traerá exámenes, nervios, cafés y risas en la biblioteca. Traerá el lento camino que lleva del frío que nos castiga ahora al calor que nos aturdirá a final de curso. Traerá más Tús que se merezcan serlo más que tú. Por supuesto, traerá también desengaños, decepciones, mañanas grises, noches en vela. Pero espero que venga cargado de otras mañanas de esas en las que te levantas pegado al cuerpo de alguien, notando cómo su vientre roza tu espalda cuando respira, o cómo tu cabeza sube y baja sobre su pecho.
Qué sé yo, qué más da, si venga lo que venga vamos a acabar igual: reduciéndolo todo a palabras como éstas.
O agrandándolo, quién sabe.

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