Saturday, August 20, 2005

Miscelánea

Ahora estoy sola, lo mires por donde lo mires. La soledad se me filtra entre los dedos, se acuesta y se levanta conmigo y se ríe de mí detrás de cada cerveza que me bebo. Durante estos días atrás me ha tapado la nariz y la boca y no me dejaba respirar, y mucho menos escribir. Hoy, al parecer, la cosa va remitiendo y me puedo sentar al teclado.
Mi feria no va mal; no va muy bien, dadas las circunstancias, pero tampoco va mal. Hoy es el último día y pretendemos desayunar en el bar Flor; ya os contaré mañana qué tal.
Ayer estuve en un concierto de Doctor Desastre, un grupo de amigos de una amiga que tocan... no sé exactamente qué es: rocanrol-blues, o algo así. La cosa es que son buenísimos, y quería escribirlo en algún post porque ¿quién sabe? Tal vez se busquen a sí mismos en Google y lean esto, y así se enteran de lo mucho que me llegan sus canciones, porque a mí me da vergüenza decírselo.
Me encanta ese grupo. Me hace sentir lo que siento con Sabina, con Fito, con Extremo… con los grandes. Yo no soy muy melómana, todo hay que decirlo; escucho poca música y no conozco demasiados grupos… e incluso de los que me gustan no tengo la discografía entera. Sin embargo, a mi manera soy muy musical. Siempre estoy tarareando, física y mentalmente. Me siento al piano cuando encuentro un hueco entre pensamiento y pensamiento y toco con los ojos cerrados. Supongo que mi problema, como en todo, es el déficit de atención; me despisto y me centro en lo que tengo más a mano.
En todo caso, últimamente es Doctor Desastre lo que más escucho, y a pesar de que Jesús, el saxoflauclarinetista (lo toca todo), dice que la maqueta no es muy buena, a mí me chifla. Estoy deseando que graben algo más, porque hay muchas canciones que tocan en los conciertos que también me flipan y que no vienen en el disco. Si algún día llegan a ser famosos, me sentiré afortunada de haber estado en sus primeros conciertos, en los que les podías ver desde primera fila y encontrártelos luego tomando una copa en la Merced; en los que no había ego, sino música. Me gustaría acercarme a Kanka, el cantante, y decirle que es un letrista cojonudo, que me hace paladear el verdadero sabor de la vida con sus frases. Yo de música no sé mucho, pero de letras entiendo un rato, y él es bueno, creedme.
Últimamente le ha dado a todo el mundo por escribir posts sobre la playa. Yo he estado esta semana tres veces, batiendo el récord del verano, y también me siento bastante marítima (o marina, nunca mejor dicho). Cuando se libra una de la obsesión por tomar el sol, la playa está muy bien. Ahora voy por la tarde, cuando hace menos calor y la gente empieza a irse (para muchos, la playa es una especie de centro de rayos UVA gratuito), y me siento en la arena, exponiendo orgullosamente mi piel transparente de tan blanca y mirando las olas. Me baño en el agua, que de puro plateada parece el mercurio del que hablaba el otro día Aldery y me tumbo a hacer el muerto. Fíjate si soy inactiva que en vez de nadar, floto. En fin...
Hoy me he bañado con mi abuela y mi tío abuelo. Entre los dos, sumaban 163 años de intrepidez acuática. Yo nadaba (es un decir) detrás, con mis apenas dos decenios a cuestas sintiéndome muy joven, recién nacida casi. Me quedo con esa sensación: la de sentir que tengo toda la vida por delante mientras chapoteo en el mar.
(No es un gran post, pero algo es algo).

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